miércoles, 27 de julio de 2011

Misas y Herejes

Por el alma de Don Quijote,
me diste aquella revelación,
cuando tu risa exótica,
venció las barreras del camino.
Envíos, hablaban de flor y truco.
En el patio, tu secreto a la antigua
contó los ratos buenos,
de los perros del barrio.

En el barrio, el guapo lloró en silencio
Y después del olvido,
vinieron tus ofertorios galantes,
repletos de furia, cargados de sueños.
¿Por qué aquellos sermones,
quedaron en el alma del suburbio?

En tus manos desecho el clavel,
tras ser burda tu invitación,
de los ritos en la sombra.
Entre tus acusaciones absurdas,
no sobrevive nada, sólo la murria.