viernes, 24 de abril de 2009

En el patio

Patio, carente de baldosas.
Lujurioso, lleno de sombras.
Espinas de rosas, clavales brillantes,
guardas leves sonrisas de niños.
Por tus peldaños crece la vida,
el llanto de los inocentes,
se duerme y vuelve a cada mañana.
Enemigo del destino,
del poder y la soledad.
Macetas coloradas, cultivadas de azar,
revivan la fantasía que a
los insensatos dejamos robar.
Registras los pensamientos idóneos,
de sabiduría, de creatividad.
Patio, patio en donde Carriego
pasó tiempo atrás.

Poema en honor a Evaristo Carriego

Melancolía añejada

Ayer, mis manos encontraron
los frutos de la juventud,
Envueltas en nubes de oro,
sentí dulces caricias
de años pasados.
¿Por qué el destino,
corrompió lazos triunfantes,
aquellos que transmiten,
aroma de libertad,
recobran cada resquicio,
de almas serenas?

Tuve que seguir,
el destino abrazado a mis penas,
las incrédulas negaban
convertirse en cenizas.

En añicos se convertía mi vida,
mi presente carecía de un nombre.
Entre instantes perdidos,
no conocía a mi ser,
la nada me invadía.
Pero de ella renacían los recuerdos,
palabra sublime, en tanto locuaz,
compuesta por lo estático,
transformada en utopía,
firme receta para aliviar el dolor.

Proyectando hacia un mañana,
los miedos toman posesión sobre mí,
Causante de intrépidas caídas,
los venceré,
sino quedaré muerto.

Una convivencia muy peculiar

Abrimos la puerta del cuarto azul y la marmota duerme placidamente. Su padre la trata de despertar pero ella bosteza y le dice: “Quiero seguir en la cama, no puedo más de la fiaca”. A lo que el padre le responde: “si viajarías ya estarías levantada”. La Marmota recién sale de sus aposentos a las doce del mediodía sin apuro, tarda en vestirse más o menos media hora porque esquiva obstáculos hasta llegar al placard y tiene que hurgar mucho para encontrar ropa limpia. Llama a un amigo y le pregunta si quiere ir a tomar un rico vino pero por supuesto él está trabajando y con una entrega de un informe urgente.
La Marmota trabaja solo los fines de semana, llega casi arrastrándose. Le asignan una caja y mientras cobra bosteza sin cesar, internamente se queja sobre la gente que hay en el local e imagina estar tirada en el sillón de su casa tomando cerveza . De repente empieza a tener un dolor fuerte en el estómago por haber comido porotos enlatados y pufff, purr inunda el mercado con un hediondo olor.
Cuando llega a su casa a la noche encuentra una revista en la mesita ratona del living, Pam, ah uah, pita Ardo-haim ganó el Bailando por un sueño: uaahh, que cansada que estoy no puedo leer más. Enseguida prende el televisor y arranca con el zapping: Plip “Buenas Noches América, estamos en Showmatch”, Plip, “Enseguida volvemos con “Los exitosos Pells”, plip “Buenas Noches a todos estamos en “Edición Chiche”. La marmota calienta en el microondas una pizza de anchoas del día anterior y destapa una cerveza. Echada en el sofá, mastica sin cerrar sus labios y Uahh Uahhh, eructa con olor a cerveza y anchoas. Parpadea, una, dos, tres veces hasta que duerme en el sofá vestida, abierta de piernas y con los brazos hacia los costados. A las dos horas abre sus ojos cuando la baba le moja la cara.
Uno, dos, tres, ¡DEBEN LEVANTARSE YA! Son las 6 de la mañana, Woyzeck está enrolado en el ejército, es el primero en levantarse y prepara el café para todos, luego da los buenos días excepto a quien no le devolvió el saludo. Antes de entrar a su casa a las seis de la tarde limpia sus pies en un felpudo marrón. Cuando entra sus ojos se abren de par en par al ver una taza sin lavar. Aparte de estar en el ejército, Woyzeck estudia Letras. De las siete de la tarde hasta las dos de la mañana lee sus apuntes: tarda dos horas con cada hoja porque hasta que no aprendió todo no da vuelta de página.
No sale de vacaciones muy seguido, pero el año pasado lo convenció su amigo Florencio de ir unos días a la costa. Se levantaba solo un poco más tarde de lo habitual, caminaba por la playa después de las siete de la tarde, pero cuando no veía gente buscaba un lugar para organizar las tareas que debía cumplir el resto del año.
Una de esas tardes, al chequear lo que tenía que hacer, se desesperό por ver tanto sin cumplir y fue a la terminal de ómnibus para irse de Mar del Plata lo más pronto posible .Así podría ayudar más en el ejército y terminar su carrera cuanto antes.
Ya en Buenos Aires, Florencio lo invitó a una exposición de Picasso,.Woyzeck dudó de asistir pero las insistencias de su amigo hicieron que finalmente accediera. En el museo observó cada pintura con detenimiento pero la que más le llamó la atención fue “Madre e hijo”. La entrega de la madre hacia el hijo reflejada en la obra hizo llorar a Woyzeck, que por dentro pensó: debo entregarme a mi trabajo como las madres cuidan de sus hijos, todo el tiempo sin descanso.
Finalmente decidió anotarse como voluntario para ayudar a cuidar a los animales del zoológico. Una tarde cuando volvía del Zoo, Woyzeck se cruzó con la marmota y la miró de pies a cabeza. Le diό asco su pantalón desgastado y su camisa sucia de dulce de leche por el cañoncito que tenía en la mano. Frunció sus labios y corrió la vista apenas paso por su lado. Esto no le gustó nada a la Marmota y le puso un pie a Woyzeck, que trastabilló contra un charco de agua podrida. La marmota empezó a correr mientras se reía a carcajadas, y el pobre Woyzeck la seguía de cerca desesperado por haber arruinado su traje blanco planchado con almidón. Ella se mete en el baño de una estación de servicio y empieza a gritar:”Estoy cagando, déjenme tranquila”. Woyzeck se horroriza y huye apretando los dientes de la bronca.
Al llegar a su casa, Woyzeck se miró en un espejo y vió su camisa manchada por dulce de leche, le restó importancia al detalle y siguió comiendo la pizza de anchoas que había sobrado del día anterior. No le importó que había cinco tazas sin lavar y miró una película clase B sobre zombies. Pero en la mitad del film empezó a pensar “tengo que estudiar para los próximos finales...tengo que buscar otro trabajo...”, y entonces su lista de obligaciones oscureció sus ganas de relajarse. Cuando la marmota llegó a su casa limpió cuidadosamente su traje blanco planchado con almidón. Luego leyó hasta tarde para su clase del viernes siguiente, con tanta concentración que no probó bocado. A la mañana siguiente volvió a levantarse tarde, no encontró ropa limpia para ponerse y luego de un rato se dio cuenta que no había ido al ejército.