Hay que abrazarse a la vida,
cuando la naturaleza
se posa frente
a nuestros ojos.
Porque nos muestra
toda su inocencia y pulcritud.
Su gran sencillez y
majestuosidad
plagada en una montaña.
La tranquilidad y la pureza,
inmersa en las aguas.
Donde la energía y
la libertad
apoderan nuestros cuerpos.
lunes, 14 de junio de 2010
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