miércoles, 29 de julio de 2009

Entre bebé, choclo, espumita y hombrera

Este bebé superpoblado,
lleno de injuria, soberbia e injusticia.
Porque el amenazador bebé,
nos tiene atrapados.
Vivimos soportando tantas cosas,
y sin saber porque estas suceden.
Porque el bebé no está contramedicado,
este ocurre sin que nos demos cuenta.
Al final la vida es un kiosko,
en el que se incorporan tantas circunstancias.
Cuantos kioskos se pierden,
por no encontrar su camino.
Cada uno tiene su fiel kiosquero,
que viene sin que vos te lo propongas.
Siempre por eso busco tener,
por lo menos un choclo,
para transmitirle el sentido de mi existencia.
Creo que el choclo representa a la vida,
porque en cada grano que se cae,
se plasman experiencias nuevas.
Para poder darle rienda suelta,
a la espumita que tiene nuestros días.
Espumita, espumita, espumita,
no quiero que nunca te acabes.
Tu eres el deleite de mi presente y futuro.
En el cuerpo de toda persona,
las hombreras son las que lo hacen sentir,
grande, grande,
pero concluimos en que pequeños somos.

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